He pasado de no ir a una cena navideña de empresa nunca en mi vida, por no tener trabajo como es lógico, a enlazar unas con otras. Sin duda una experiencia nueva para mí, porque no es una quedada al uso con amigos o familia. No sólo es ir divina de la muerte sino que también hay que cuidar los modales más que nunca, elegir bien los temas de los que se va a hablar y, sobre todo, tener cuidado con el alcohol, y más los que bebemos como mucho una vez al año.
Es buen momento para dejar las tensiones laborales a un lado, disfrutar de una rica comida en el restaurante que el jefe considere y compartir buenos momentos, entre los que pueden estar el brindis del jefe o esos subidones de bailoteos. Lo importante es disfrutar estos días con los compañeros, que no todo va a ser trabajar.
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Nos leemos