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En publicidad hay jerarquías y departamentos, en el de creatividad se trabaja en parejas: diseñador y redactor (copy). Y esa segunda pieza del puzzle soy yo. Para que la cosa funcione hay que valorar el trabajo de las dos partes por igual, ya que la fusión de dos cabezas pensantes hace que salgan los proyectos. Pero ya que hoy hablamos de la parte de redacción he de decir que a veces una historia no necesita imágenes para que te llegue.

Muchas veces el secreto del éxito reside en un buen texto que te ponga los pelos de punta: que personifique un sentimiento o una enfermedad; que explique un proceso que creías indescriptible; que cree un contexto a imágenes sorprendentes; que te haga ver la realidad que te rodea; que contradiga las verdades universales; que describa hasta el más mínimo detalle;  o que te haga ser consciente de aspectos de tu vida sólo por escucharlo.

Para ser un buen redactor publicitario hay que tener siempre muy presente al target al que vas dirigida tu campaña para utilizar esas palabras exactas que sabes que ellos van a entender y les va ha hacer reflexionar. Tienes que mimetizarte con su jerga para llegar hasta ellos, algo que puede que te cueste venderle al cliente al principio pero a veces tiene una acogida inesperada, por suerte para el creativo. Eso sí, me veo en la obligación de decir que para que la pieza triunfe a veces no depende sólo de la creatividad, del texto, el mensaje, el diseño, las imágenes… También es importante quién lo dice.

Hoy aprovecho este artículo en el que hablo de mi papel en este mundillo y me despido invitándoos a que paséis por mi web personal, donde podréis ver mis piezas creativas (ya que hablo tanto de las de otros es hora de exponeros las mías) y también tenéis mi página de FB donde podréis encontrar curiosidades de todo tipo sobre la creatividad.

Nos leemos.

Nuky

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