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Cuando los buenos modales te sorprenden

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Si te moló mi decisión de no ser madre vas a disfrutar de lo lindo con mi opinión sobre las empresas y sus procesos de selección.

Si con la crisis ya se habían perdido puestos de trabajo y salarios dignos, lo que más te duele es cuando padeces la ausencia de moral, ética, valores y empatía por parte de los empleadores.

A veces no puedo evitar pensar que pasan menos cosas de las que deberían, porque una persona con cargas familiares y obligaciones económicas de peso no está para aguantar estos abusos y faltas de respeto en una situación que ya de por sí es muy difícil.

Podría contaros mis desventuras a lo largo de más de diez meses en el paro: desde quedar segunda entre una decena de candidatos y no ser la elegida por no ser recién licenciada (dato que conocen desde el minuto uno cuando leen en mi CV que acabé mi segunda carrera en 2011), hasta procesos que se cancelan después de MESES porque los jefes no se ponen de acuerdo en lo que quieren o, como en mi último caso que era para empezar a principios de marzo, por un viaje indefinido que ha hecho el jefe del que seguimos sin noticias los 3/9 finalistas (que te llamaría menos la atención si no te hubieran vendido en la primera entrevista la importancia de la educación con los candidatos). Situaciones desagradables, que mantienen tu vida en un limbo, de las que no te avisa nadie cuando te presentas a las pocas ofertas que salen.

Pero os voy a exponer mi penúltima experiencia para ejemplificar que lo de este pueblo llamado León parecen una broma de mal gusto.

«¿Te gustan los retos?» Me preguntaron en la primera entrevista.

Y salgo de ahí con la tarea de diseñar un plan de marketing y una historia de un producto a contrareloj, sin presupuesto y con la premisa «Sal de la caja, no te quedes con lo convencional». Antes de seguir debéis saber que fueron ellos los que me llamaron a mí porque les llegó mi cv, no me quisieron decir cómo, y estaban dudando entre cogerme a mí o subcontratar una empresa. Me meto la paliza padre, justo coincidiendo con el comienzo del cursos del ECYL que estoy haciendo, para tener mi propuesta lo antes posible. Llega el día de presentarla (que menos mal que me dio por llevar una tablet porque no me daban ningún soporte) y cuando estoy en ello no dejan de tirarme todo por tierra antes de acabar porque no es viable económicamente, cuando recordemos que no me dieron presupuesto y querían que pensara a lo grande.

Después de dos horas escuchando lo creativa que soy quedan en llamarme la semana siguiente. Pasada semana y media larga desde lo acordado les mando yo un correo para saber qué va a ser de mí, me piden mi teléfono que ya tenían, me hacen un llama-cuelga (quiero pensar que porque cuando me estaban llamando le surgió algo más importante que decirle a una persona qué va a ser de su futuro y no podía esperar el minuto que tardó en darme una respuesta) y cuando les «devuelvo» la llamada me dicen con tono seco que se quedan con la empresa porque les van a hacer otras cosas en las que yo no les puedo ayudar. Volvamos a usar la memoria: ellos me llaman a mí sin saber yo nada de ese puesto; me hacen currar sin tiempo y casi sin decirme las posibles condiciones laborales por las que «compito»por saber si me compensa el esfuerzo, y porque las pregunté yo y me las dijeron de mala gana; además de no darme presupuesto para el plan de marketing se ve que tampoco me dijeron lo que realmente quieren hacer y por lo que se quedan con la empresa; ah, y no se me olvida que en mi presentación me llegaron a decir: «Eso me gusta, te lo voy a quitar». ¿Qué necesidad?

Pero espera un momento,¡Páralo Paul!, que ahí no queda la cosa. Unas semanas después me vuelven a llamar para ofrecerme una media jornada por las tardes, pero justo un día antes me citaron para una entrevista de jornada completa así que no pude aceptarlo en el momento. Al principio me dijeron que me esperarían, pero en cuento les informé de la demora del proceso ni se molestaron en contestarme.  Al final ha quedado todo en una serie de catastróficas desdichas entre formas y tiempos.

«No es que no tengas suerte, es que tienes mala suerte» me decía una amiga.

A pesar de todas las negativas, lo que más te duelen son las formas que te hacen creer que no vales, que te has equivocado de camino y que nunca llegarás a cumplir tu sueño.

«No estás actualizada» me achacó el jefe de un campo de concentración laboral que hay aquí porque no me iba a pagar más de 800€ por 10 horas.

Y si algo más se ha perdido con la crisis son las expectativas y las mías se llegaron a reducir a que me traten con respeto en esta situación en la que no se está por gusto.

Pero llega un día, aunque parecía imposible puedo aseguraros que llega, en que todos los malos ratos parecen tener «sentido» y aparece una oportunidad (sin duda la mejor opción a nivel humano y motivacional, entre otros muchos más pros) que te hace volver a creer en ti y en tus sueños.

Nos leemos en mi primer día.

Nuky

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