Puede que sea una casualidad, pero a mí me parece muy acertado que el mismo mes que se celebra el día de la mujer, el 8 de marzo, coincida también con el día del padre. Porque esto consiste en la igualdad.
Y esa premisa empieza desde nuestros propios cimientos: la educación.
Y es que nosotras no queremos otra cosa que sentirnos extraordinarias. Porque todos lo somos sin importar género ni condición.
Pero las personas necesitamos un apoyo que nos ayude a creer en nosotros. Un apoyo en el que madres y padres equilibran la balanza.
Y dicho esto, solo me queda dar las gracias por ser buenos padres cada día.
Y recordad que nosotras somos mujeres todo el año.
Nos leemos.
Adiós, adiós.