Hace unas semanas me dijeron «tranquila, no es malo aunque hay que controlarlo periódicamente un tiempo».
Pero hasta que llegaron esas palabras de alivio tuve que pelear mucho con la Seguridad Social, sobrellevando las malas formar, para que me hicieran una revisión periódica a pesar de no estar en la edad de riesgo. (En las campañas de prevención falta que indiquen que si quieres que sean anuales mejor te lo gastas en un privado).
Pero cuando en la revisión de prevención, por la que has peleado, te detectan algo la cabeza se te llena de dudas
Y cuando además lo que iba a ser hacerte la ecografía un día y darte los resultados al siguiente se retrasa casi dos meses, sin avisarte previamente, porque el cirujano está de baja y no hay suplente, te pones en lo peor.
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Tu entorno te intenta tranquilizar ese tiempo de angustiosa espera, muchas de ellas hablando desde su propia experiencia, y quieres no darle más importancia pero…
Por fin llega la mañana que estás cara a cara con la cirujana, que por suerte ya no es el antipático que te dio la cita de la prueba de mala gana sino una mujer muy cariñosa, se te saltan las lágrimas de emoción-nervios-miedo-tranquilidad y ves el alivio en la cara de todos aquellos que te han acompañado en el proceso.
La salud es lo más importante y para cuidarse primero hay que querer estar bien uno mismo, física y psicológicamente. Así que hay que ir al médico y pelear porque te hagan caso para al menos un chequeo anual. Es tu derecho, es tu deber, es tu VIDA.
Nos leemos