Darse de alta como autónoma ya es en sí un acojone.
Y es que el miedo, es como la regla, no se pierde una, oye.
Y su vocecita empieza a resonar en tu cerebelo…
Y el capu*** de él consigue que te empieces a cuestionar tu propia existencia.
Una sensación que te paraliza.
Que te hace desconfiar de los demás.
Y hace que te sientas solo e indefenso.
Pero como en todos los finales de los anuncios que te he mostrado aquí, la manera de superar ese terror es lo que más miedo da: equivocándonos.
Sí, asúmelo, si te mueves te caes y si no te caes es porque estás quieto. Así que si tomas la valiente decisión de emprender, ten por seguro, que vas a equivocarte, y gracias a ello le pondrás cara a tu miedo y verás que no era tan fiero como tu mente lo pintaba y hasta te enseña grandes lecciones vitales.
Nos leemos. ¡Adiós, adiós!