Allá vamos, sin red de seguridad ni arnés, de cabeza al último peldaño antes de alcanzar la… respetada treintena.
Reconozco que me da pena dejar este número par que nunca olvidaré por estar marcado por uno de los mejores logros de mi vida: conseguir un trabajo que me encanta. Por miedo a que se acabe lo bueno (crucemos los dedos en agosto) y porque no me gusta el número 29 me cuesta un poco dar este paso, aunque quién sabe si es la edad con la que volveré a decir eso de:
«- Creo que me estoy enamorando…
– No existe creo que me estoy enamorando porque no hay gerundio para el amor. El amor te entra o no te entra.» (By <Corazón de León>)
Pero hasta que eso llegue, sin medias tintas ni tantas complicaciones como me han hecho creer, seguiré cumpliendo pequeños sueños de mi lista. Muchos de ellos se van consiguiendo gracias a esas personas, que aunque a veces se hagan de rogar para estar conmigo en mi fiesta (que al final paso a ser una cena), sólo con su presencia me hacen el mejor regalo que una pueda desear.
Siempre creí que no cambiaría por muchos años que cumpliera, he intentado mantener mi esencia, pero cuando por fuerza mayor es la vida la que modifica las circunstancias me sorprendo a mí misma cuando ahora me emociono sólo por un mínimo detalle que alguien tiene conmigo, ya sea: en forma de esas palabras en la pantalla que tanta compañía me han hecho cuando otras dolorosamente dejaron de llegar; esos días del espectador que se rematan con animadas tertulias delante de unas patatas fritas; esas quedadas tan dulces como los Colacaos que me pido; y las risas que se cuelan entre los raíles de los andenes.
Creo que madurar consiste en dejar de buscar SER feliz para aprender a ESTAR feliz en pequeñas dosis. Nadie es feliz plenamente durante mucho tiempo, pero si debemos empezar a estar felices por momentos gracias a sutiles gestos o cosas tan poco valoradas como levantarnos de la cama sin que nos duela nada.
Tras estas reflexiones de viejuna (término peliagudo nada apreciado), recordando aquellas multitudinarias fiestas, preguntándome dónde estaré en 30 años y esperando que la grada del Guijuelo me dedique uno de sus cánticos (que para eso les llevo chuches) me voy a trabajar que es el mejor regalo que puedo pedir, sin menos preciar todos los demás que con mucho cariño estoy recibiendo y agradezco de corazón.
Nos seguimos leyendo ya que he conseguido 365 días más 😉
PD: Gracias a tod@s por las felicitaciones, regalos y celebrar conmigo este día que nunca se libra de resquicios melancólicos…