La presencia de las marcas en la gran pantalla es un contrato que se firmó hace años, por eso vemos Audis en persecuciones, máquinas de Coca-Cola en las cafeterías del instituto y Rolex en las muñecas de los que interpretan a grandes magnates. Es algo a lo que ya nos hemos acostumbrado, la industria del cine gana dinero, las empresas se promocionan y los espectadores, bueno, a veces sólo nos podemos conformar con imaginarnos caminando sobre unos Manolos. Es lo que se conoce como:
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Sin embargo, hay una película en la que basa su argumento en el consumismo desaforado, personas que compran y compran para llenar el vacío de sus vidas, o por su necesidad de buscar mayor comodidad, o por su afán de lucir y destacar ante los otros. Una familia, “Amor por contrato” (“The Joneses»), que se convierten en objetos de culto utilizando el marketing de guerrilla para vender un estilo de vida consiguiendo gustar a la gente para que a la gente les guste lo que ellos tienen. Esta producción no oculta la manipulaciones del marketing llegando a un extremo en el que ennegrece la profesión de la publicidad.
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Nos leemos.
PD: Ahora con la Navidad a tiro de piedra esta práctica se agudiza más todo tipo de producciones audiovisuales.