Cada vez tenemos más oportunidades para ser otra persona con un poco de maquillaje, una careta y un buen disfraz. Antes sólo pasábamos frío en carnavales, pero desde hace unos años hemos copiado a los americanos su fiesta de los muertos en Halloween, además de la moda de las despedidas de soltero o las fiestas universitarias.
Disfrazarse siempre está asociado a la diversión. Nos sentimos libres, seguros y desinhibidos para hacer l0 que queramos cuando suplantamos la identidad de otra persona y más si es un personaje carismático y único.
A los niños les encanta creer que tienen los superpoderes de sus héroes. Desde superman al pirata más temido, pero jamás pensé que un niño quisiera parecerse a un malvado mítico, pero sobre todo tan lejano a su generación. Aunque yo no subestimaría el poder de la imaginación de un niño.
Hay tópicos típicos que están en la memoria colectiva de todos, como la niña que es amiga de un lobo o la que pierde un zapato. Pero quizá nos llame más la atención cuando la historia que tenemos tan trillada da un giro inesperado haciendo que los protagonistas dominen a los malos o los veamos como nunca lo imaginamos.
Con máscara o con un vestuario inusual disfrazarnos es un buen motivo para echarnos unas risas y pasarlo genial con los nuestros. Así que no lo duces cuando se presente la oportunidad.
Nos leemos.
Nuky